Historia de la ciudad romana de Arucci/Turóbriga

La ciudad romana de Arucci/Turobriga se ha conocido generalmente como yacimiento arqueológico de San Mamés, debido a la existencia de la ermita de San Mamés (originalmente San Pedro de la Zarza), que se construirá en el siglo XIII sobre la planta de la basílica romana. La ciudad hispanorromana de ArucciTurobriga es uno de los yacimientos más importantes de la provincia de Huelva y uno de los mejores conservados, además de ser la única ciudad romana visitable en toda la provincia onubense. Aunque el yacimiento es conocido desde la década de los 70 del pasado siglo, las investigaciones más recientes en el sitio no se inician hasta finales de la década de los 90 en el contexto de una serie de reformas y mejoras de la ermita medieval.

Estas obras permitieron comprobar la singularidad, importancia arqueológica e histórica del enclave. Ello motivaría, de la mano de algunos proyectos menores, diversas intervenciones arqueológicas de distinto calado y naturaleza en los años sucesivos; limpiezas, consolidaciones, documentaciones planimétricas, etc. Tras un breve compás de espera, inaugurada la década siguiente, en 2004, el yacimiento experimentó su despegue científico, además, de toda una serie de medidas de conservación y puesta en valor del sitio. Desde 2004 el yacimiento ese abre al público y es objeto de campañas arqueológicas anuales gracias a la colaboración entre la Universidad de Huelva y el Ayuntamiento de Aroche.

Contexto histórico: la fundación del enclave urbano de San Mamés.

Desde el punto de vista histórico la existencia de este enclave urbano tan solo se comprende en el contexto regional más occidental de la Provincia Baetica, una tierra de contrastes en la que Roma deberá diseñar, ya desde los propios momentos de la conquista, diversos planes para llevar a buen término el control de este amplio territorio.En el desarrollo de estos planes de conquista y pacificación, la administración romana tendrá que elaborar, a veces con distintos tiempos en el alcance de sus objetivos, diferentes modelos de implantación. Estas premisas vinieron marcadas precisamente por la heterogeneidad territorial y cultural existente a fines de la II Edad del Hierro en estos confines del suroeste peninsular y que exigieron por parte de los gobernadores de la Ulterior la puesta en marcha de planes específicos que culminarán con la romanización efectiva. Todo este proceso cristalizará a fines del s. I a.C., tras las medidas puestas en marcha por César y más concretamente por su sucesor Augusto.

Para el caso de la zona de la actual sierra onubense, espacio que culturalmente quedaba incluido en lo que los cronistas del periodo de conquistas dieron en denominar Baeturia Celtica, Roma encontrará serias dificultades a la hora de implantar un modelo de ocupación y control del territorio. Las poblaciones de celtici ocasionaron serios problemas a la administración de la Provincia Ulterior Baetica en el transcurso de las dos últimas centurias; su posicionamiento en los distintos conflictos que acontecen, levantamientos lusitanos; participación en los conflictos civiles de Roma en suelo hispano – caso de la guerra sertoriana -; así como la inexistencia de una tradición urbana, condicionará la conquista y pacificación efectiva de estos territorios hasta bien entrado el s. I a.C.

En esta línea ya durante el periodo cesariano se asiste al desarrollo de un modelo de implantación distinto al tradicionalmente empleado en el que vemos la promoción de los diferentes enclaves béturicos, obviamente con la intención de atraer a dichas poblaciones a la órbita de roma y su modus vivendi urbano. Este proceso verá su culminación durante el principado de Augusto, concretamente en los intervalos de sus viajes a Hispania, especialmente el segundo, periodo en el que se comprueba el desarrollo de importantes medidas administrativas, fundaciones de enclaves y reajustes territoriales. Es precisamente en este contexto en el que se producirá la fundación de la ciudad de Arucci, con el aporte de la población indígena preexistente y la llegada de colonos romanos a fines del s. I a.C., apostando por los últimos decenios de la centuria en virtud de los testimonios arqueológicos que nos remiten a estos momentos cronológicos. Esta fundación se realizará además en un marco de poblamiento rural disperso, en donde la fórmula que impondrá la administración augustea será la fundación mediante la agregación o contribución de núcleos menores en uno solo. Esta política es la que explica la existencia de diversos topónimos en el entorno de la sierra de Aroche, Arucci y Turobriga, tal y como nos los transmite el historiador romano Plinio y la existencia física, real, de un único núcleo urbano.

Las últimas investigaciones al respecto apuntan en la dirección de una mutatio oppidum de un poblado prerromano desde los picos al llano, denominado Arucci, al cual quedarán contribuidos a la manera de íncolas los habitantes de los castros del entorno. De todos ellos sólo conocemos el mencionado por Plinio, Turobriga, el cual sigue a Arucci rompiendo el orden alfabético en su relación, quizás mostrando una misma realidad. Esta hipótesis de partida encuentra su refrendo en el ambiente epigráfico en el que se constata la existencia de una única civitas (aruccitana) y la existencia de dos origines; uno aruccitano en virtud de la existencia de una civitas homónima y otro turobrigense, tal y como nos transmiten los epitafios funerarios hallados en la zona de la Sierra de Aroche.

Este proceso de unificación administrativo y jurídico que tuvo como base la fundación de una ciudad ex novo se verá acompañado de un intenso programa de colonización agrícola mediante el establecimiento de un catastro agrario parcelado y el asentamiento de ciudadanos (Iulii, Iunii, Sertorii, Vibii, Baebii). La puesta en marcha de este calculado programa supondrá un punto de inflexión en el proceso de romanización de las tierras del suroeste, habida cuenta que introducirá el modo de vida romano de manera exitosa y vendrá a cerrar un periodo de casi doscientos años de inestabilidad en todo este territorio. En síntesis, Roma tardó dos siglos en crear la estructura territorial y administrativa en el territorio de la Sierra que le permitiera controlarlo.

La ciudad de Arucci/Turobriga.

La ciudad como venimos exponiendo es una fundación de tiempos de Augusto, momento en el que se diseña y planifica el urbanismo. Posteriormente en tiempos de Calígula o Claudio la ciudad comienza con sus grandes obras públicas monumentales, construyendo el foro y sentado un ordo decurionum. Ello no quiere decir que éste no existiera con anterioridad a la construcción del mismo, ya que todos los indicios  apuntan en la dirección de que la municipalización o promoción de la ciudad parece corresponderse con el momento de su fundación. Además la idea de una reforma urbanística no es sinónimo de municipalización, sino que simplemente es ahora cuando el municipio, y sus ciudadanos, son capaces de costear las grandes liberalidades que supone asumir sus cargos municipales, o incluso es ahora cuando se han podido dar las circunstancias para la construcción del edificio, al haber quedado libres los talleres que estaban terminando los grandes proyectos constructivos de época augustea-tiberiana, en otras ciudades.

A lo largo del s. I d.C. la ciudad terminará de dotarse de los edificios públicos con la construcción del campus y las termas, probablemente bajo el reinado de los flavios, completando su planta y pasando al s. II d.C. sin grandes cambios urbanísticos, al menos de lo que se desprende con los datos actuales. Iniciado el s. III d.C., la ciudad, pese a lo que tradicionalmente se había sostenido, mantiene aún el sistema y modo de vida urbano, con unas élites municipales capaces de afrontar alguna refectio o construcción, tal y como muestran los materiales arquitectónico-decorativos (capiteles) o la reconstrucción de la muralla a toda prisa, con materiales de acarreo y reaprovechados de otras construcciones, muy posiblemente en relación con los momentos de inseguridad vividos a fines del s. II ante las incursiones de los mauri por la Betica, y las revueltas en la Lusitania. En línea con lo que exponemos, de una continuidad en el modo de vida urbano, baste recordar a este respecto como aún en momentos de comienzos del s. III d.C., el foro sigue manteniendo su funcionalidad, y en las capillas de culto imperial se documentan exvotos de terracotas como manifestaciones de culto u homenaje a las mujeres severianas o bien a las virtudes femeninas de los emperadores.

Tras las primeras décadas del s. III, superado el momento de la dinastía severa, parece que la ciudad comenzará su lento, pero progresivo e inexorable, decaimiento, en el contexto general de crisis del mundo urbano, y que para el caso concreto de Arucci Turobriga pudo tener en momentos de inestabilidad o peligro a fines del s. II- o comienzos del III sus primeros momentos difíciles. Podemos establecer que es a mediados de la centuria cuando la ciudad de Arucci Turobriga ha perdido todo su ordenamiento municipal, ocupando sus espacios públicos con nuevas funciones, y utilizándose sus edificios y componentes, muchos en ruinas, como cantera de materiales para nuevas construcciones, de lo que se deduce una pérdida funcional pero no habitacional, manteniéndose una pequeña población de carácter residual que pervivirá aún varias décadas más.